Se habla mucho acerca de la educación incluyente en
comunidades y países de todo el mundo por estos días. Existe un sentimiento
general en el sentido de que por fin ha llegado la hora de progresar en la
inclusión.
De alguna manera, esto es indudablemente cierto. Mi experiencia con la educación incluyente, de más de 30 años, me hace dar fe de circunstancias mucho más positivas hoy en comparación con el pasado. La discusión ahora no es acerca de si la inclusión es una buena idea, sino más bien cómo la debemos hacer.
Una de las demostraciones más convincentes de este cambio es el compromiso con la educación incluyente, hecho explícito en el Artículo 24 de la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, cuya orientación ha aceptado la mayoría de los países al confirmar su intención de asumir este desafío.
Sin embargo, en muchos países la discusión sobre la educación incluyente se enfoca en el estudiante con discapacidad y este es un problema que requiere atención. En el contexto global, la reflexión tiene que ser sobre el mejoramiento de las instituciones para TODOS los estudiantes. La inclusión es un compromiso de brindar una mejor formación para cada estudiante y obtener mejores resultados en atender sus necesidades diversas.
La realidad es que existen aún muchos pasos que las autoridades educativas
deben dar para lograr que la inclusión sea una promesa cumplida. En países que
han logrado el acceso universal a la educación pública, la tarea es desplazar
los servicios y la financiación de la educación especial segregada, hacia
programas que faciliten la inclusión. Pero hay demasiados intereses que
dificultan este proceso y los avances dependen de luchas políticas locales. Por
ejemplo, países como Portugal, Perú, Panamá y ciertas provincias específicas en
Canadá, están trabajando por aumentar la inclusión. Caso similar sucede en el
Reino Unido, donde la administración del gobierno del Primer Ministro, David
Cameron está promoviendo una política de inclusión en el sistema de escuelas en
Gran Bretaña.
En 2010, Mitchell, experto en educación de Nueva Zelanda,
observa que la forma de proporcionar educación a los estudiantes con
necesidades especiales en educación “… es uno de los aspectos más dominantes y
controversiales que enfrentan los educadores alrededor del mundo hoy día. Es un
aspecto complejo y dinámico que exige un análisis minucioso y sistemático”.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0ddhZ562vn8Ynjr6laO5D0k-IUTaPtjYjMi2u7k941NScOyzlC7OXXfoxLwFo9K0irzODNfj3bgvXgD1ZRr-yO27HTznGLRFyyptq8HQCeeiwDfsJcfqndMnypRrW0CKPiCstanJOZkQ/s320/goodidea.png)
El reto de lograr la educación incluyente es mucho más difícil en los países en vías de desarrollo, así como lo son muchos otros asuntos. El acceso universal a la educación pública es un problema, por ejemplo para aquellos grupos socioeconómicos bajos y para los niños que viven en áreas rurales y remotas. También para los estudiantes con discapacidad.
La pobreza y los recursos limitados son una barrera para la educación en términos generales y lo son aún más para estudiantes con discapacidad y otras necesidades especiales.
Al tiempo que los países en vías de desarrollo enfrentan barreras específicas, también tienen la ventaja de un sistema relativamente débil de educación especial. Por tanto, tienen menos cosas por cambiar en la restructuración y la reforma de las escuelas y las aulas. Hacer que cada escuela sea una escuela incluyente es probablemente la única forma en la que se asegure una educación a los niños con discapacidad en los países en vías de desarrollo.
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